Por Redacción
07 de Septiembre de 2017
Que la vorágine no nos lleve por delante y nos haga olvidar el verdadero sentido del matrimonio. Leé esta nota y reflexionemos juntos!
Cada uno lo puede tomar desde su óptica y su realidad, pero hay algo que nos une a todos los que decidimos emprender la vida en matrimonio: estamos formando una familia. Nuestra propia familia. Y es aquí, justamente, en donde radica el verdadero valor de casarse.
El Casamiento no es sólo una fiesta. De hecho, lo importante empieza después de la fiesta: la vida misma. Quizás para quienes ya convivan esto ya sea así y lo den por sentado, pero para quienes van a dar el sí aún sin haber convivido, les queda por delante un gran descubrimiento: ustedes dos funcionando como familia.
Un lindo ejercicio para valorar el verdadero significado del casamiento, es hacer cursos o encuentros pre-matrimoniales. Cuando hay ceremonia religiosa, por lo general es normal que uno de los requisitos sea un “curso pre-matrimonial” o algún retiro de futuros matrimonios.
Pero, si el curso es muy cortito (un encuentro de una tarde por ejemplo) o sólo pasarán por el Registro Civil, vale la pena que averigüen y busquen espacios de encuentro y reflexión como pareja, que los prepare espiritualmente (más allá de la religión, hablamos de sentimientos internos).
Estos espacios son una gran oportunidad para encontrarse entre sí y redescubrir porqué eligieron dar ese paso tan importante en sus vidas: trasciende a una linda propuesta y a una linda fiesta.
Se revaloriza la historia de cada uno, cómo se conocieron, cómo crecieron juntos (de edad o como personas) y cómo se enriquecen el uno al otro. Así, cada día que pasa acercándose la gran fecha, vamos reconfirmando que nos elegimos, nos queremos y buscamos decir ¡Sí, quiero! para siempre.
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